viernes, 11 de marzo de 2011

Carta a un ser querido.

Querida Iaia,

Es raro escribir esto así, no? Pero nunca quisiste que te digamos abuela. Cuánto tiempo pasó desde que te fuíste? Ya van a ser 7 meses. Es mucho tiempo, verdad? Y aún así me parece que fue ayer cuando me enteré que nos habías dejado. No tuve una reacción muy interesante. Me acuerdo que eran las 8 de la mañana. Yo todavía dormía, cuando escuché el teléfono. No le hice caso, ya que sabía que Nanis estaba despierta, además, como somos tantas chicas en la pensión... Nunca se me cruzó por la cabeza que la llamada iba dirigida a nosotras dos. Al rato de que sonó el teléfono, Nanis viene y me despierta. "Mamá quiere hablar con vos", eso fue lo que dijo. Yo toda dormida agarro el teléfono, y sin siquiera haber saludado escucho la noticia. "Ah..." fue lo que dije. Poruqe no quería creerlo, porque no lo creía... Sin decir nada más colgué el teléfono, mis manos temblaban. No. Mi cuerpo temblaba. No podía estar parada. Me tiré nuevamente en la cama. Quería dormir. Deseaba dormir, así cuando despertara descubriría que fue todo un sueño. Pero no fue un sueño, verdad? No. Porque ya no estás a mi lado como antes. O acaso ahora estás más cerca?


Todavía conservo la cadenita con el pequeño dije que me regalaste. Esa que estaba enredada en tu bolsillo entre los caramelos. "Es mi tesoro más importante", es lo que le digo a la gente cuando me preguntan por ella. Sin enbargo ya no la uso, ya no puedo hacerlo. Qué pasaría si lo perdiera? A mi presiado tesoro...


Nee... Una vez, hace tiempo ya, leí en un libro un niño que decía que los dulces eran hechizos mágicos que hacían a la gente feliz. Es por eso que te gustaban tanto? A veces me gusta pensar que así era. Te acordás? Los caramelos de coco eran tus favoritos. Como olvidarlo? Si por ellos me recorría toda la ciudad.

Sabías? Ahora tengo una nueva amiga. Si la conocieras te caería muy bien. Su nombre es Lara. Ella es muy graciosa, y siempre hace cosas para que me sienta cómoda. Dice que me va a buscar un novio. podés creerlo? Yo le dije que estaba loca y que eso era como una misión imposible, pero ella no se dá por vencida. La otra vez me convido con un caramelo. Hacía mucho que no comía uno. No pude evitar pensar en vos y, por un momento, mis ojos se llenaron de lágrimas.


Sé que sonará egoista, pero te extraño mucho. No pasa un día en que no piense en vos. Siempre digo cosas como "La Iaia hubiera dicho esto" o "Eran los favoritos de la Iaia" o incluso me acuerdo de tus anécdotas. A veces no puedo evitar reír por ellas. Pero Iaia, este era tu deseo, verdad? Fue lo que me contaron. Lo que dijiste. Tu despedida. Y, aunque no puedo evitar llorar cada vez que lo recuerdo, me pone feliz que hasta el último momento lo supiste. Supiste lo mucho que te queríamos. Y por eso, por eso Iaia, sólo espero que estés donde estés, sepas que jamás te olvidaremos, porque siempre tenemos presentes tus historias, las cosas que decías y hacías, los momentos que pasamos en familia. Y Iaia, sabes? Para nosotros, el hechizo que tienen los dulces no es sólo el de la felicidad. El hechizo de los dulces para nosotros es tu recuerdo porque, después de todo, eran tus favoritos...






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